abril 23, 2010

Inteligencia y pensamiento

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La inteligencia vista como la capacidad de conocer, analizar y comprender, es sin duda una de las características más destacadas de la especie humana. Pero la inteligencia por sí misma no basta para determinar nuestro éxito de supervivencia, lo verdaderamente trascendente de esta característica es la forma en cómo  la aplicamos y nos beneficiamos de ella.



Las experiencias cotidianas nos permiten desarrollar habilidades y destrezas; por ello, no debería sorprendernos que conforme más aprendemos, nuestros procesos mentales –tanto mecánicos, como creativos- se realizan en menor tiempo y con mayor eficiencia.

Sin embargo, en los seres humanos existen diferencias notables en la forma en que se realizan estos procesos mentales, esto hace que una persona destaque más que otra y sea considerada “brillante”. La pregunta es: ¿se debe a su inteligencia?
Tradicionalmente se ha considerado que sí, pero, aunque si bien es cierto que es un factor importante, también lo es que no determina por sí sola el éxito de la persona en la resolución de un problema o en la toma de decisiones. Se requiere también de información y algo no menos relevante: PENSAR.
inteligencia

Pensar es un proceso mental natural, es decir, siempre nuestra mente está generando ideas, el detalle es que los patrones normales del pensamiento son limitativos; esto quiere decir que las personas se limitan a identificar situaciones y a aplicar respuestas estandarizadas, comunes. De ninguna manera digo que esto esté mal, sé que muchas situaciones no requieren de más, simplemente estoy acotando que esto no siempre es suficiente. En palabras de Edward de Bono “Ser inteligente no significa saber pensar”.

De acuerdo con este autor, el pensamiento tiene dos fases: la percepción y el procesamiento. La primera tiene que ver con la forma en que vemos el mundo y la segunda con lo que se hace con toda esa información. Así pues, el éxito o fracaso en la resolución de problemas, a diferencia de lo que muchos piensan, depende de la percepción más que del proceso lógico; si la percepción es errónea, el resultado también lo será.

La diferencia radica entonces en aprender a identificar los elementos de una situación, analizar el contexto, las posibilidades y las alternativas y hasta entonces tomar decisiones o solucionar el problema.

La moraleja:

Pensar es un proceso que se aprende y no está directamente determinado por la inteligencia del individuo, depende de los estímulos a los que esté expuesto el sujeto y de lo que haga con ellos, así que: para ser brillante, ¡es necesario aprender a pensar!

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